Sentir

Amanecer en sus brazos es de las cosas más maravillosas que me ha pasado en estos últimos dos meses, sentir esos brazos fuertes que me agarran y me proporcionan una comodidad que no se puede comparar con esas almohadas de cama desconocida (porque almohada no hay sino una, la de la camita propia). Saber que en sus brazos no iba a encontrar mayor estado de nirvana.

Él hacia lo suyo, fumando un cigarrillo con el brazo que le quedaba libre, cuando no lo tenía fuera de la cama botando la ceniza, su mano me acariciaba. Mi cabello tan cerca del fuego, pero con toda la seguridad del mundo que este no se iba a quemar.

¿Quién dijo que el amor viene en paquete perfecto? No. No viene así. Es más, me gusta ver que tiene partes de más, que no tiene el abdomen marcado, pero, si sé que en este puedo encontrar toda la comodidad que siempre he deseado. No tiene los súper músculos, pero me conformo con que estos me brinden la estabilidad que necesito y me brinden los abrazos que pido.

No hay mayor estado de indefensión que la desnudez. Su cuerpo desnudo frente al mío es quizás la mayor muestra de lo que puede ser ese estado de pasividad mas inmaculado que haya visto. Compartir una sabana se convierte en este punto, uno de los mayores regalos que se le puede ofrecer a esta maravillosa persona.

En algún punto de la noche la palabra pudor desaparece de nuestras mentes, y nuestros cuerpos se mezclan en un juego de seducción que conlleva poco a poco a la búsqueda del placer inmaculado… placer que solo se compara con el que se puede sentir el día que se realiza una fantasía o se alcanza un sueño.

Esa noche no recuerdo la palabra frió. Tampoco la palabra incomodidad. Todo fue perfecto. El sentir su aroma en mi piel me generaba la sensación de pertenencia: “el fue mío, solo mío”. Me había dejado su aroma impregnado en mi cuerpo, me hacia sentir único. Había sido marcado, ahora soy de su propiedad. Ese calificativo de “mi”, me hace ir al cielo una y otra vez. Es como subirse en un cohete sin regreso, ver las estrellas y sentir que se puede saborear la luna.

Y en este momento pregunto. ¿Qué me hizo?, ¿Como hizo para conquistarme? ¿Como hizo para que aprendiera el valor de las cosas? ¿El saber tenerlas y el llorar al creer que se pierden? ¿Cómo lo hizo?, ¿Qué medios utilizó?, ¿El por que de esta dependencia? ¿En que momento empeñé el corazón?, ¿en que momento lo entregué? ¿En qué momento empecé a dejar de ser alguien de corazón frío y pasar a sentir estas cosas dentro de mí que antes no sentía?

Respóndeme tú. Quien hace dos meses me entregaste más que el cuerpo: me entregaste el corazón. En este momento me he dado cuenta que por ti siento cosas que hace mucho tiempo no sentía. Y no te voy a dejar ir tan fácil. Seré yo el que cambie porque tú… ¡tú eres perfecto!